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Sancha y Martínez de Toda
Sancha y Martínez de Toda, en el viñedo centenario de Valdeponzos, en Badarán, apenas una hectárea de garnacha tinta de donde sale el vino Peña El Gato. Justo Rodríguez
Centenario de Rioja | 2010-2019 | La mirada hacia el viñedo

Dos 'locos de la colina'de la uva y la viña

Sancha y Martínez de Toda están detrás de dos de los grandes hitos de laDOCa: la llegada de nuevas variedades y de los vinos de viñedo singular

Miércoles, 4 de junio 2025

Coincidieron por primera vez hace, aproximadamente, cuarenta años. Juan Carlos Sancha llegaba a Madrid de estudiar Ingeniería Técnica en Industrias Agrarias en la Escuela Universitaria de la Almunia de Doña Godina y quería seguir su formación con el Máster en Viticultura y Enología. Ese curso se impartía en la Universidad Politécnica de la capital, donde Fernando Martínez de Toda ejercía de catedrático y era uno de los docentes. Un día, el profesor vio en los pupitres «una carpeta con una pegatina que ponía 'La Rioja, una identidad olvidada'», recuerda. Y le preguntó a su dueño (Sancha) si era riojano. «De Baños de Río Tobía», fue la respuesta. «Pues somos casi vecinos, yo soy de Badarán», apostilló.

Entonces comenzó una relación de amistad que, casi cuatro décadas después, persiste, reforzada por el paso del tiempo y por los trabajos en común que han realizado estos dos apasionados de la uva y de la viña, dos «locos de la colina» en palabras de Sancha, que han contribuido a dos grandes hitos que han servido para revolucionar la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja. Hablamos del redescubrimiento de variedades autóctonas como maturana tinta y blanca o turruntés –el Consejo Regulador autorizó su cultivo y aprobó su incorporación al catálogo varietal en 2007, pero hasta la siguiente década no se empezaron a utilizar esas 'nuevas' uvas para la elaboración– y la novedosa categorización de vinos de viñedo singular, «los únicos que tienen una calidad certificada», apuntan estos expertos.

El vino de Juan Carlos Sancha: Peña el Gato

El vino de Juan Carlos Sancha: Peña el Gato
  • Variedad: Garnacha

  • Viñedo: Valdeponzos, en Badarán, plantado en 1906 en vaso. Se hace vendimia manual

  • Producción: Producción

  • Colección: Juan Carlos Sancha elabora seis vinos de otros tantos viticultores: Fernando Martínez de Toda, Manolo López, Jacinto López, Rubén Olarte, Rubén Liquete y José Luis Martínez.

  • P.V.P: 18 euros

En 1988, con ambos ya en La Rioja tras haber coincidido en Madrid,  volvieron a reunirse y comenzó la investigación, al principio en el departamento de I+D de las ya desaparecidas Bodegas Berberana y con la colaboración de los viticultores de las siete cooperativas que estaban ligadas a esa firma de Fuenmayor. «Yo tenía experiencia en la recuperación de germoplasma vinculado a la vid», recuerda Martínez de Toda. Y junto a Sancha comenzó la recuperación de material vegetal –se investigaron 37 variedades– para que no se perdiera. «Porque si se hubieran arrancado, habríamos salido perdiendo todos». Se intentó proteger ese patrimonio vitícola, «se buscó el interés científico sin saber qué podían suponer los posibles hallazgos». Y fue una revolución.

Aunque en aquellos años, apunta Sancha, «el progreso parecía estar en la plantación de variedades internacionales como merlot, cabernet o la chardonnay». Finalmente esta última también la introdujo el Consejo en 2007:«Fue motivo de bronca», evoca Sancha, porque «había intereses comerciales y presiones de grandes grupos bodegueros que apostaban por plantar uvas de origen extranjero, que a su juicio podían tener más salida en el mercado. ¡Si hasta querían meter la cabernet cuando teníamos ya la graciano! Aunque sí tuvimos que tragar al final con la verdejo, la sauvignon blanc y la mencionada chardonnay. Y fue un error».

Justo Rodríguez
Justo Rodríguez
Justo Rodríguez
Justo Rodríguez
Justo Rodríguez

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Banco de germoplasma

A pesar de esas «concesiones» casi obligadas, guardan un grato recuerdo de las investigaciones realizadas para introducir las nuevas uvas y de sus resultados, «porque tuvimos la oportunidad de conocer muchas viñas viejas. Creo que se hizo una importante transferencia de conocimiento al sector», señala Martínez de Toda. Esas variedades descubiertas hace tres décadas se preservaron en un banco de germoplasma en Bodegas Viña Ijalba así como en las actuales instalaciones del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV) en La Grajera –propiedad del Gobierno de La Rioja–, «y también una parte están aquí con nosotros, en Baños y en Badarán», apostilla Sancha.

De hecho, él elabora vinos con la maturana tinta y blanca que fueron dos de los hallazgos entonces y también con el tempranillo blanco –incluso con la monastel tinta, algo que «solo cultivamos aquí, no se hace en ningún otro lugar del mundo»–. «Nos hemos dado cuenta de que se puede innovar desde lo nuestro, que es lo que mayor interés va a crear fuera, ya que es es el reflejo de nuestra identidad propia», señala. Una identidad de Rioja quizá olvidada –como ponía en la pegatina de su carpeta que tanto llamó la atención a Martínez de Toda– a tenor de la caída en las ventas. «Cada vez el mercado está más interesado en estas historias únicas», advierte.

Y las pueden ofrecer uvas como la maturana blanca, que es «única en el mundo, esto sí que es algo original de Rioja». Aunque reconoce Juan Carlos Sancha que «no es fácil arriesgar con producciones que todavía son minoritarias en una Denominación con un 88% de tempranillo, sí que empieza a haber bodegas de renombre, «como por ejemplo Marqués de Cáceres, que apuestan por las nuevas variedades». De hecho, la firma de Cenicero ya tiene en el mercado el tinto La Halconera, 100% maturana tras el reinjerto del viñedo.

«Los vinos de viñedo singular son los únicos con calidad certificada en Rioja porque tienen una doble calificación»

Juan Carlos Sancha

Doctor en Viticultura y Enología de la UR

«Con la investigación que hicimos sobre las variedades se hizo una transferenciade conocimiento al sector muy relevante»

Fernando Martínez de Toda

Catedrático de Viticultura de la UR

Protección del viñedo

Otro de los grandes hitos en Rioja fue la aprobación, en 2017, de una nueva clasificación para los vinos y que dio origen a los de zona, de municipio y, sobre todo, de viñedo singular. Fue otra revolución en la que de nuevo Sancha y Martínez de Toda tuvieron un papel protagonista. El primero, desde la mesa en la que se toman las grandes decisiones para la DOCa –ya no está presente en el pleno tras salirse del Consejo su asociación, Bodegas Familiares, hace casi dos años–, recomendó que se le encargara al segundo un estudio sobre las nuevas figuras de calidad de los vinos. «Me puse a ello, tenía experiencia en el estudio –a nivel nacional– de los viñedos llamados de características especiales», recuerda el catedrático.

Y el resultado fue «sorprendente», de nuevo para bien, sobre todo con los vinos de viñedo singular. «Por primera vez estábamos protegiendo el viñedo, fue un cambio radical. El terroir, la suma de suelo y microclima, cobraba protagonismo», incide Sancha, y «la diferenciación en la etiqueta de la botella podía ir más alla del tiempo de envejecimiento del vino en barrica. El campo y la naturaleza primaban sobre la madera y la bodega».

Pero también las exigencias en la elaboración son mayores porque los requisitos cambian: la edad mínima del viñedo ha de ser 35 años, la uva solo puede proceder de ese viñedo singular, la vendimia ha de ser manual, la producción máxima son 5.000 kilos para el tinto y 6.922 para el blanco, el rendimiento máximo de tranformación es del 65%... «Y hay dos catas cualitativas exigiendo que en la segunda valoración del vino sea excelente», recuerda el bodeguero de Baños. «Y el 35% de los vinos no pasa el segundo examen».

Vista del viñedo Valdeponzos en Badarán. Justo Rodríguez

Quizá por ello, o porque cuesta más encontrar la rentabilidad de estos vinos, «sigue habiendo en Rioja muchos detractores. Hay quien no quiere exponerse a ese segundo examen porque no pasarlo supone un golpe a su credibilidad». La producción todavía es minoritaria, como los 'grand cru' en Burdeos o Borgoña, pero la Denominación ya cuenta con 162 viñedos singulares –70 en Rioja Alavesa, 66 de Rioja Alta y 26 de Rioja Oriental– procedentes de un total de 97 bodegas y que suman casi 266 hectáreas, menos del 0,5% de las 65.000 hectáreas, en números redondos, que tiene la DOCa. «Y por estos vinos que están saliendo se pueden pedir precios más altos», dice Juan Carlos Sancha. En un momento en el que ya se ha puesto sobre la mesa el debate sobre si hay que arrancar o no, tanto él como Fernando Martínez de Toda creen que «un elemento clave para determinar la importancia de mantener ese viñedo más antiguo, que puede estar en peligro o en riesgo, es, precisamente, esta categorización como singular». A pesar de que su rendimiento en kilos de uva será menor.

Firme defensor de la viticultura, el catedrático de la UR está más que satisfecho por la importancia que se le está dando en estos últimos años a las buenas prácticas en el campo para «tratar de conocer las características concretas de una parcela, su edad, que esté equilibrada, que sea una uva de alta calidad para ver cómo se expresa en el vino...». Luego llegará la hora de la elaboración, del resultado final, pero cree que «más que el análisis sensorial o la cata, cada vez se va a valorar más saber de dónde viene el vino, cuál es su origen, su historia... Su relato al fin y al cabo».

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