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El eje político europeo continúa con su viraje hacia la ultraderecha. El descontento generalizado y las numerosas crisis que ha atravesado Europa en los últimos ... años –la económica, la pandemia, la guerra en Ucrania…– alimentan el voto a este tipo de formaciones, que ganan terreno en detrimento de los partidos tradicionales y especialmente de los socialistas, los principales damnificados por este fenómeno. Ya en las elecciones comunitarias del pasado junio, los socialdemócratas perdieron siete escaños en el Parlamento de Europa, mientras que diferentes siglas de la extrema derecha conformaron el tercer grupo parlamentario de la Eurocámara en número de representantes. El caso de Portugal, que el 18 de mayo celebró comicios legislativos, es el última. La ultra Chega se ha convertido allí en la segunda fuerza impulsada por el voto desde el extranjero –que le puso por delante del histórico Partido Socialista en escaños, con un par más– y la próxima legislatura liderará la oposición, salvo que el ganador de la cita electoral, el conservador Luís Montenegro, decida integrar a los populistas en su gabinete.
Lejos queda la Revolución de los Claveles (1974), que supuso el fin de la dictadura en el país vecino. El peso simbólico del reciente 'sorpasso' es enorme, ya que hasta ahora Portugal era uno de los pocos países europeos que habían resistido el auge ultra y populista. En España, aunque el techo nacional de Vox todavía es limitado y nunca ha llegado a ser jefe de la oposición, el partido de Santiago Abascal ha logrado superar al PSOE en algunos municipios en los comicios autonómicos de Castilla y León y Murcia en 2022 y 2023, respectivamente.
La cuestión ultra es especialmente sensible en territorio germano por su pasado nazi. Sin embargo, la extremista Alternativa para Alemania (AfD) cuenta con un gran peso en las regiones del Este del país gracias a su discurso antiinmigración y en marzo, cuando quedó constituido el nuevo Bundestag tras las elecciones, se erigió formalmente como líder de la oposición al Ejecutivo del conservador Friedrich Merz. La ultraderecha germana cosechó un resultado histórico en los últimos comicios generales, en los que obtuvo el 20,4% de los votos, mientras que el Partido Socialdemócrata (SDP), que encabezaba el gabinete saliente, con Olaf Scholz al frente, apenas logró un 16%. Fue su peor resultado desde el siglo XIX.
Aunque en la mayoría de países de la Unión Europea (UE) se mantiene el cordón sanitario a la extrema derecha, la formación ultra de Geert Wilders ganó las últimas elecciones de Países Bajos y es el principal partido de la coalición de gobierno. Consciente de su enorme poder, el líder neerlandés lanzaba esta misma semana un ultimátum al actual Ejecutivo al amenazar con abandonarlo si el país no cierra las fronteras a los solicitantes de asilo y deporta a los refugiados sirios. Los socialistas apenas pueden influir en la estabilidad política de este territorio, ya que tienen una representación muy modesta desde los comicios de 2023.
La extrema derecha también supera a las fuerzas socialistas y gobierna en Italia, con Giorgia Meloni; en Hungría, con el populista Viktor Orbán; y en Eslovaquia, con Robert Fico. En Suecia, el grupo ultra de Demócratas Suecos sostiene al Ejecutivo conservador y, aunque técnicamente no forman parte del equipo de gobierno, sí que tienen una gran influencia sobre él. Lo mismo ocurre en Finlandia, donde Verdaderos Finlandeses –20,1% de los votos en 2023– trata de dejar su impronta en las decisiones nacionales del gabinete del primer ministro, Petteri Orpo.
Más cerca, en Francia, la formación Agrupación Nacional de Marine Le Pen se sitúa como tercera fuerza y llegó a plantarle cara a Emmanuel Macron en los comicios presidenciales de 2022. Ahora, la candidatura de la ultraderechista Le Pen peligra para 2027 –en caso de que no haya adelanto electoral– tras ser inhabilitada y encontrarse pendiente de una resolución en segunda instancia. El Partido de la Libertad (FPÖ), el máximo exponente de la extrema derecha en Austria, arrasó en las elecciones generales del pasado septiembre, en las que relegó al tercer puesto a los socialdemócratas. Los intentos para que el FPÖ formara parte de una coalición de gobierno, sin embargo, fracasaron y actualmente los ultras son el grupo mayoritario en la oposición.
187 escaños
logró la extrema derecha en las elecciones europeas de hace un año. Si todos los partidos ultras hubieran sumado fuerzas en un único grupo sería el segundo de la Eurocámara. Los socialdemócratas se quedaron con 136 y los populares sumaron 188.
En octubre del año pasado, la «coalición democrática» del popular Donald Tusk puso fin al mandato de la formación radical Ley y Justicia (PiS), que es en la actualidad el principal partido de la oposición. El país decide hoy entre dos visiones muy diferentes en sus elecciones presidenciales a las que optan el alcalde de Varsovia, el proeuropeo Rafal Trzaskowski, y el ultraconservador Karol Nawrocki, que cuenta con el apoyo del PiS. Hace apenas dos semanas se vivió un enfrentamiento similar en las urnas en Rumania. Entonces ganó el aspirante europeísta, Nicusor Dan, frente al extremista George Simion, que hizo temblar los cimientos comunitarios con su victoria en la primera vuelta.
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