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Pareció nacer bendecida –logró una inhabitual unanimidad en el Parlamento de La Rioja en marzo de 2023 y entró en vigor tres meses después, el ... 9 de junio de ese mismo año, el Día de La Rioja– pero desde su alumbramiento, hace ya dos años, la Ley 3/2023, de 7 de marzo, de familias monoparentales en La Rioja vive bajo una suerte de mal de ojo.
Han pasado 24 meses y la normativa mantiene a los afectados en un limbo legal, ya que, según se defiende desde el Ejecutivo regional, para su desarrollo precisa de un reglamento que duerme el sueño de los justos a la espera de la Ley de Familia nacional, enquistada desde hace más de un año en el Congreso de los Diputados.
La ley riojana tenía entre sus objetivos garantizar los derechos y la protección de las familias monoparentales, como se hace con las numerosas, pero de momento casi todo es papel mojado. En la práctica solo se ha puesto en marcha un registro oficial en Servicios Sociales, que, de momento, ha expedido ya 343 títulos, 318 con la titularidad de una mujer y 25 de un hombre.
Un documento oficial, que a falta del desarrollo normativo, solo sirve para algunas ayudas puntuales y concretas –en Logroño las monoparentales disfrutan de un abono más económico en Logroño Deporte, una ligera reducción en las tasas de agua y prioridad en la solicitud de ludoteca municipal; en la Escuela de Verano de Arnedo van a tener prioridad junto a las familias con ambos progenitores en activo y las numerosas; una decisión que también ha tomado el Ayuntamiento de Haro para las matrículas de la ludoteca de este verano; en el proceso de escolarización para el curso 2025-2026 se les ha concedido algún punto extra; a veces aparecen descuentos en comercios...–. Poco más. La red es demasiado débil para un colectivo acosado por la vulnerabilidad. Cáritas La Rioja alertó el pasado año de que de los 6.244 beneficiarios de las ayudas que la entidad prestó entre enero y octubre, 1.453 eran menores de edad y que el 18% de las familias atendidas eran monoparentales.
Las afectadas no aguantan más. Emma Clemente es, además de portavoz de la Asociación Madres Solteras por Elección (MSPE), madre de Guillermo, de 8 años, y de Isabel, de 5, y no duda en aseverar que «nos sentimos ninguneadas respecto a otras familias, tenemos una ley pero al no desarrollarse es papel mojado. Para nosotras lo más importante es la conciliación, pero eso se traduce en dinero, en ayudas, porque nosotras para poder conciliar tenemos que meter a nuestros hijos en madrugadores, en actividades, en comedor escolar, porque es impensable reducirme la jornada porque tendría una merma de ingresos insoportable. No buscamos nada, solo pedimos equidad, y que nos concedan los derechos que tienen otras familias».
¿Qué pretende? Proteger y otorgar derechos a las familias monoparentales.
¿Qué aporta? Otorga el título oficial que acredita la condición de familias monoparental, que se solicita a través de la Consejería de Servicios Sociales. Entre otras cosas, las equipara con las numerosas, pero no concreta ventajas o beneficios específicos hasta que se redacte y desarrolle el reglamento, aún pendiente.
¿Qué medidas contempla? Pretende promover medidas tributarias y exenciones y bonificaciones en las tasas y los precios públicos, contemplar baremos específicos en admisión y concesión de becas educativas, bonificar la matrícula de la Universidad de La Rioja; reducir precios en el transporte público; favorecer el acceso prioritario a la vivienda social; establecer medidas para el respiro familiar y la atención domiciliaria, así como programas de acompañamiento familiar
Laura Díaz, madre de dos niñas, Ángela, de 9 años, y Jimena, de 5, asegura, por su parte, que «nuestra situación de madres solteras con dos hijas a cargo nos deja en una inferioridad de derechos que sí que tienen otras personas que están solos con hijos a cargo, como pueden ser viudos o viudas, por ejemplo, que cobran pensiones de viudedad y orfandad, o respecto a familias consideradas numerosas, con dos adultos y tres hijos, que si echamos cuentas les sale a hijo y medio a cada uno. Nos sentimos reconocidas, pero también ninguneadas, por no decir engañadas». Elena Llorente, madre de Julia, de 3 años, y de Javier, de 1, incide en la misma tesis: «Nosotros no somos familia numerosa, pero si yo hubiese enviudado sí lo seríamos y eso supone desventajas económicas, de conciliación, de plazas en ludotecas, colegios...».
Beatriz Munilla, madre de Eloy, de 3 años, y de la pequeña Lexi, de 18 meses, se queja de que «lo peor es que no se reconoce en la práctica a nuestras familias como tal. No tomas la decisión de ser madre soltera pensando en ayudas, pero, claro, también las familias numerosas han decidido serlo y se les apoya».
El caso de la alfareña Miryam Espinosa, madre de Yeray y Athenea, dos mellizos de tres años y medio, es más complicado aún. «Yo tenía discapacidad, porque padezco fibromialgia, y eso complica muchísimo más las cosas. Tengo una total, un 47% de discapacidad, desde hace 24 años, pero podía trabajar en otra cosa, la cuestión es que ahora, por un problema en las manos, en los brazos y la espalda llevo más de un año de baja. Estoy cobrando un 80% porque yo tenía una reducida por los niños y es lo que me computan, lo que me obliga a hacer maravillas». Laura Romero, madre de Juan, de 5 años, ha sido una de las últimas en incorporarse a la asociación, ya que llegó de Argentina hace un año. «Necesitamos que la ley sea real ya», concluye como rúbrica del sentir general de todo el colectivo.
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