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Julio Arrieta
Jueves, 5 de junio 2025
Los humanos llevamos conviviendo con los perros desde la prehistoria, tanto tiempo que los especialistas tienen problemas para determinar en qué momento un grupo de ... cazadores recolectores pensó que sería una buena idea tener un lobo como compañía. O en qué momento un lobo decidió acercarse a aquel grupo de humanos, quizá a por algo de comida. Todos estos milenios de convivencia han generado un vínculo que cualquiera que haya tenido un 'peludo' ha experimentado. Todos creemos que conocemos a nuestro perro y sabemos entender lo que nos quiere 'decir'. Pero la ciencia, a veces tan aguafiestas, dice que eso no es del todo cierto.
Una nueva investigación de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) ha demostrado que las personas tienden a malinterpretar las emociones de sus perros al basarse en el contexto visual de la situación en la que se encuentra, en lugar de observar directamente las señales del animal. El estudio destaca también cómo los humanos proyectan sus propios sentimientos y suposiciones sobre sus mascotas, lo que dificulta una comunicación efectiva.
«Lo cierto es que el perro ha evolucionado para comprendernos a nosotros, pero esto no es recíproco», aclara Pepe Bolaño, comportamentalista canino y miembro de la Comisión de Bienestar de la Real Sociedad Canina de España (RSCE). «Es una cuestión de adaptación evolutiva. El perro lleva cerca de 30.000 años con el ser humano y su supervivencia ha dependido en gran medida de su capacidad para entender nuestro lenguaje corporal. Aquellos perros que comprendían mejor lo que el ser humano quería comunicarles, tenían más posibilidades de sobrevivir». Pero por nuestra parte, «nosotros no hemos necesitado adaptarnos a ellos para salir adelante». Por eso nos cuesta más entenderlos.
'Sonrisas' incómodas
«Los perros tienen un lenguaje corporal muy rico y específico, que no siempre coincide con cómo nosotros expresamos las emociones», añade Bolaño. «Por ejemplo, un perro que 'sonríe' con los ojos achinados puede estar estresado o incómodo, no necesariamente 'sonriendo' como interpretamos a veces».
Hay formas de expresión de nuestra mascota que son tan propiamente 'perrunas' que no sabemos interpretar. «Hay señales muy sutiles que a menudo pasan desapercibidas para la mayoría de las personas, como la tensión en el cuerpo, el movimiento de la cola -que no siempre significa felicidad-, el posicionamiento de las orejas o los parpadeos lentos, que suelen indicar calma o sumisión», añade el especialista de la RSCE. Por ejemplo, «un perro que se lame la nariz o gira la cabeza puede estar intentando calmarse o calmar a otros, y no es una conducta que asociemos rápidamente con una emoción específica». Los llamados 'ojos de ballena' pueden «indicar miedo, angustia o ansiedad, y a la mayoría de la gente le cuesta relacionar esa expresión con dichas emociones». Estas formas de comunicación «forman parte de un lenguaje canino que puede aprenderse».
Una de las autoras del estudio de la Universidad de Arizona, Holly G. Molinaro dice que «la personalidad de cada perro, y por lo tanto sus expresiones emocionales, son únicas para ese animal». Bolaño está de acuerdo. «De hecho, el estudio se basa en mostrar vídeos de perros que los participantes no conocen de nada. Estos vídeos estaban manipulados para aparentar una situación positiva cuando en realidad es negativa» -aunque en ningún caso era dañina para el perro- «y viceversa». Los participantes en el experimento tendían a malinterpretar las señales de los animales. «Si el vídeo fuera de nuestro perro, en vez de un desconocido, seguro que nos sería mucho más fácil identificar su emoción. La convivencia con nuestros perros consigue un entendimiento que es único para cada relación».
Respuestas diferentes
Aunque hay señales comunes entre perros, «cada uno puede mostrar sus sentimientos de forma diferente. Por ejemplo, un perro tímido puede esconderse cuando tiene miedo, mientras que otro puede ladrar o mostrar agresividad».
Entonces, ¿cómo podemos aprender a entender las señales y comportamientos de nuestro perro? «El mejor modo es formarse y pedir ayuda profesional cuando sea necesario», afirma Bolaño. «Desde la RSCE recomendamos acudir a educadores caninos certificados que trabajen con metodologías actuales y respetuosas, así como leer materiales divulgativos fiables sobre lenguaje canino». Y otro factor muy importante: «También recordamos que el vínculo se construye día a día. Cuanto más tiempo pasamos con nuestro perro, más lo conocemos y más afinada está nuestra interpretación de sus emociones. Aprender su lenguaje es también una muestra de respeto y responsabilidad hacia él».
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