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Hay dos problemas asociados a la hipertensión. El primero, que no avisa. El segundo, que no nos asusta lo suficiente. La prevalencia es alta: en ... torno al 38%, aunque en este porcentaje está incluida toda esa gente que no lo sabe. «A la hipertensión le llamamos el asesino silencioso porque en las primeras fases no da síntomas alarmantes. No hay un dolor específico y cuando se empieza a detectar es probable que ya haya daño en los órganos (cerebro, corazón, riñones...). Por eso, si la persona sufre cefaleas, taquicardia, zumbidos, mareos... debería consultar porque la hipertensión podría estar dando la cara», da el aviso Esmeralda Granizo, directora de Enfermería y Supervisión bloque quirúrgico del Hospital Vithas Vitoria.
140/90 es hipertensión
según indica la Sociedad Europea de Cardiología en un informe de 2024. Un registro de 120/70 se corresponde con una presión arterial normal, si está entre 120/70 y 140/90 se considera presión arterial elevada. Hay diferencias de tensión durante el día: 135/85 diurna y 120/70 la nocturna.
Explica que las consultas de enfermería son la primera barrera de «prevención y control» de esta enfermedad y lamenta que la gente no esté todavía lo suficientemente concienciada sobre la importancia de mantener la tensión (presión con la que viaja la sangre por nuestras arterias) en torno a 120/70. «Al estar los problemas de tensión tan instaurados, perdemos el miedo», alerta. Prueba de que no nos asusta demasiado es la resistencia que encuentra en los pacientes a cambiar hábitos de vida que no son saludables. Porque desterrar el tabaco y el alcohol, llevar una alimentación sana con poco azúcar y sal, combatir el sedentarismo con ejercicio regular y mantener un peso adecuado son la primera línea de actuación para luchar contra la hipertensión. La segunda son los fármacos.
«El tabaco es, tal vez, el hábito más difícil de cambiar. Cuesta muchísimo porque no hay más solución mágica que que la persona quiera dejarlo», reconoce Granizo. El alcohol es otro de los hábitos modificables que más determina. La Sociedad Europea de Cardiología indica que el consumo de alcohol no debe superar los 100 gramos puros a la semana. Para que nos hagamos una idea de cuánto es eso, «la mayoría de las bebidas con alcohol contienen una cantidad de 8 a 14 gramos».
«Caminar parece sencillo, ¿no? Y es gratis. Pero, aún así, es algo que a la persona sedentaria le cuesta mucho. Para garantizar que salga a andar, aconsejamos establecer un calendario», propone la enfermera. Más allá de esos paseos diarios, las recomendaciones de actividad de la Sociedad Europa de Cardiología pasan por hacer ejercicio aeróbico de intensidad moderada durante 150 minutos a la semana (media hora de cinco a siete días a la semana), 75 minutos de ejercicio vigoroso (tres días a la semana) y ejercicios de fuerza (planchas, sentadillas...).
Ojo con la sal. «El consejo es reducir su consumo al máximo. El problema es que la gente echa sal con las manos y no sabe si ha echado un gramo o tres. Para controlar la cantidad podemos llenar una cucharilla de café y repartirla entre la comida de todo el día», aproximadamente 5 gramos. Poca sal... y poco azúcar. «No debería superar el 10% de nuestra ingesta diaria de energía», advierten los expertos.
La Sociedad Europea de Cardiología ofrece unos datos a modo de orientación: la persona debería mantener un índice de masa corporal (IMC) de entre 20 y 25. Sobre la circunferencia de la cintura: no debería superar los 94 centímetros en los hombres ni los 80 en el caso de las mujeres.
Modificando nuestros hábitos para adecuarlos a una vida sana debería ser suficiente en muchos casos para tener una presión arterial adecuada. Si eso no es así, deben tomarse fármacos. Aunque «generalmente son bien tolerados –advierten desde la Sociedad Europea de Cardiología–, entre sus efectos adversos figuran cefaleas, tos, mareos, diarrea o estreñimiento, cansancio, edema de tobillos, problemas de erección...».
Pese a llevar una vida sana e incluso tomando fármacos, hay veces que la hipertensión no remite tan fácilmente. Son los llamados casos de «hipertensión resistente» y afecta a un porcentaje de entre el 10% y el 20% de los pacientes con problemas de tensión arterial.
Por otro lado, aunque no es un problema tan grave como la hipertensión, existe también la hipotensión: 90/60 o menos. «A simple vista es más manejable y su sintomatología incluye mareos, desmayos, visión borrosa, piel sudorosa...», desgrana Granizo. Y advierte de que los registros de presión arterial adecuada admiten alguna variación en función de la persona. «Para conocer los parámetros exactos hay que analizar cada caso. No es igual la tensión alta en una persona sana que en otra con dolencias previas o en una mujer embarazada. Y un registro de 110/60 puede ser igual de saludable que uno de 120/70, incluso de 100/60. Depende de las circunstancias».
El llamado 'síndrome de la bata blanca' explica por qué a veces las mediciones de tensión pueden dar resultados erróneos. «Mucha gente se pone nerviosa en cuanto ve a un médico y eso hace que la medición arroje una tensión más alta de la que realmente tiene. No digamos ya si llega corriendo porque ha perdido el bus y se la tomamos deprisa y de pie», advierte la enfermera Esmeralda Granizo. Explica que la medición debe hacerse tumbado o sentado. Desde la Sociedad Europa de Cardiología aconsejan medirla «después de que el paciente haya estado cinco minutos sentado cómodamente», en tres veces «con uno o dos minutos de diferencia» (si es la primera vez se debe tomar en los dos brazos) y «obtener más mediciones si estas difieren en >10 mmHg».
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