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El grito para que los países desarrollados destinaran a la cooperación internacional el 0,7% de su PIB sonó con mucha fuerza a finales de ... los años 90, pero las sucesivas crisis –primero el desastre bancario de 2008 y luego el covid– apagaron aquel clamor. Sin embargo, la pobreza sigue existiendo, hay países que no salen del pozo y, fuera de la burbuja occidental, mucha gente sigue muriendo de hambre y de sed, de disentería, de miseria. Las ONG aspiran a mantener viva la llama del 0,7%, aunque ahora, más modestamente, no refieren ese porcentaje al Producto Interior Bruto, sino a los Presupuestos anuales. Se utilice el método que se utilice, la distancia sigue siendo importante.La Rioja presentó el pasado 26 de mayo la nueva orden de subvenciones para financiar las actuaciones de las ONGque están sobre el terreno. El monto de estas ayudas asciende a 2,8 millones, aunque el presupuesto total dedicado a la cooperación al desarrollo en 2025 alcanza los 5,028 millones de euros. La cifra supone el 0,24% del Presupuesto anual. Para alcanzar el soñado límite del 0,7%, el Ejecutivo debería triplicar esa cantidad. Aun así, la región es, en términos relativos, una de las que más aporta a la solidaridad internacional. Si observamos los últimos datos disponibles (correspondientes al año 2024), solo Euskadi y Navarra superan ese porcentaje, muy por encima de la escuálida media autonómica española, que no rebasa el 0,12%.
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La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo desarrolla una metáfora útil para huir de los grandes números y traducir la inversión a lenguaje corriente: es como si cada riojano destinara a la cooperación 8,3 cafés al año, bastante menos que Navarra (15) pero mucho más que Madrid (0,3), vergonzoso farolillo rojo de esta clasificación. La Rioja es una de las cuatro comunidades autónomas que ha recuperado el nivel de ayuda al desarrollo registrado antes la crisis financiera, aunque el acercamiento progresivo al 0,7% que postulaba el Plan Director 2023-2026 se ha visto frenado. «Es cierto que La Rioja es la tercera comunidad a nivel estatal que más esfuerzo realiza, pero a nivel presupuestario en 2025 hemos bajado un 0,1% y eso que existía un compromiso parlamentario de incrementar la cifra hasta el 0,55% este año. No podemos olvidarlo», reprocha Jorge Aldao, presidente de la Coordinadora de ONG de Desarrollo de La Rioja.
«En los últimos dos años hemos sido capaces de generar un impacto directo sobre 60.000 personas e indirecto sobre más de un millón», advierte Rodrigo Teijeiro, subdirector general de Cooperación Internacional. «Son 60.000 personas a las que les estamos cambiando la vida, y para nosotros eso es una referencia. Para el tamaño que tenemos en La Rioja es mucho; es un dato revelador de que la cooperación riojana es fuerte. Somos los terceros que más invertimos, unos 17,5 euros por riojano. Puede que parezca una gota en el océano, pero son gotas necesarias», resuelve Teijeiro.
La Rioja, al contrario que otras comunidades, no hace cooperación directa ni tiene personal propio sobre el terreno. «No somos una agencia –explica Teijeiro–, preferimos colaborar con ONG que son riojanas o tienen delegación en La Rioja y que trabajan con socios locales». A la hora de determinar el destino de las subvenciones, se priorizan algunos países considerados preferentes. «Nuestra intención es concentrar proyectos para que no se diluyan –indica Teijeiro–. Intentamos financiar segundas y terceras fases porque entendemos que los proyectos deben tener continuidad para que su impacto sea mayor y para que, cuando nos retiremos de ahí, hayamos dejado un saber hacer del que puedan aprovecharse las siguientes generaciones».
El futuro, en cualquier caso, llega envuelto en incertidumbre. Aldao muestra su preocupación por un posible recorte en los fondos para cooperación del Ayuntamiento de Logroño, según denunció el PR+ el pasado 27 de mayo. «Estamos esperando que nos convoque y nos aclare qué está pasando», advierte el presidente de la Coordinadora de ONG. En cualquier caso, la cifra del 0,7%, que hace unos años parecía posible, se ve hoy muy lejana. «No se trata de llegar a una cifra por llegar. Lo que creemos es que se puede lograr un mundo mejor en el que las personas tengan vidas dignas. Y este es un compromiso que se adquirió hace mucho tiempo. Pero estamos viendo que el mundo cada vez es más incierto y doloroso. Hace falta una reflexión profunda por parte de los gobiernos sobre la cooperación», apostilla Aldao.
Juan Luis Herrero murió en 2019 sin ver cumplido su sueño. Fue la suya una vida singular, llena de giros inesperados. Nacido en Logroño en 1934, ejerció de seminarista, teólogo, político, profesor universitario en Nicaragua, criador de conejos, vendedor de bisutería, escritor. A los 38 años se salió de cura y se casó. Contribuyó a montar en la clandestinidad el aparato del PSOE en La Rioja, pero luego, decepcionado con la política, también lo dejó. Padre de cuatro hijos, Herrero fue, por encima de todo, un hombre poseído por un ideal:acabar con la pobreza en el mundo. Hace treinta años, entre 1993 y 1995, durante las movilizaciones sociales para conseguir el 0,7%, Herrero lideró cuatro sonadas huelgas de hambre. Su activismo llenó portadas y minutos de telediario, pero no consiguió su objetivo. De aquellas terribles jornadas solo sacó una enfermedad implacable que le fue dejando ciego. «Fue bonita la lucha por algo, pero nos dábamos cuenta de que la sociedad no estaba sensibilizada. Se trataba el asunto de la pobreza de un modo facilón, sin compromisos..., pero yo siempre he pensado que la solidaridad forma parte del ser humano serio y consciente. Poco a poco caí en la cuenta de que la humanidad o se salva toda entera o perece». Sus palabras suenan hoy casi proféticas. Las pronunció durante una entrevista concedida a este periódico en el año 2015, cuando ya estaba ciego pero mantenía incólume el impulso ético que siempre lo guió. La crisis financiera del año 2008 acabó por alejar el horizonte mítico del 0,7%. «Ni me he arrepentido nunca ni me siento derrotado –confesaba–. No esperaba gran cosa. La sociedad estaba y está demasiado encerrada en su propio bienestar».
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