La Rioja, un puente de encuentro entre amigos y familiares
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Las casas rurales de El Rasillo registran una alta ocupación este fin de semana largo con grupos de hasta 36 huéspedesMaría Aguirre
Logroño
Sábado, 3 de mayo 2025
El buen tiempo y las vacaciones son la excusa –o el motivo perfecto– para reunirse con aquellos amigos o familiares con los que se coincide menos. Aunque durante este puente La Rioja no ha contado con altas temperaturas ni mucho sol –más bien con mucho viento, lluvia y nubes–, sí ha logrado una ocupación decente en varias de sus casas rurales, como es el caso de El Rasillo. La localidad del Camero Nuevo, con 153 habitantes censados, ve cómo en puentes como el que está a punto de concluir su población aumenta considerablemente y sus bares recobran una actividad más agitada.
Tras recorrer cuarenta y cinco kilómetros desde Logroño aparece la primera casa, a mano derecha y frente al pantano González de Lacasa: El Olmo. En el alojamiento construido desde la nada por Blanca y Rufino, se han hospedado este puente de mayo veinte amigos con sus hijos, hasta reunirse un total de 36 personas. De orígenes dispersos por media geografía española (Aragón, Cataluña, Valencia, Irún...), este grupo comparte Inglaterra como germen de su amistad. Allí se conocieron cuando eran unos chavales veinteañeros. «Vivimos juntos muchos años en Inglaterra, donde nos conocimos, y durante este puente quisimos buscar un sitio que nos encajara, tanto por distancia como por capacidad. Además, El Rasillo tiene muchas zonas verdes y está genial para los niños», explica Enrique Comesaña, gallego residente en Valencia y uno de los integrantes de la numerosa comitiva, cuyos planes se han centrado en realizar excursiones en la naturaleza y disfrutar de la buena vida que ofrece este rincón camerano.
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En un breve paseo, el visitante se topa con El Olmo II, donde ha pernoctado estos días un grupo de otras 24 personas procedentes de Madrid, entre las que se encuentran Nuria Serrano, de Fuenlabrada, y Carmen Olivares, de Getafe. «No conocíamos la zona y todos los años elegimos un lugar diferente. Nos juntamos desde hace muchos años, al menos veinte», comenta Nuria. Además, al igual que los del grupo anterior, esta turista y sus amigos también vieron en este municipio la posibilidad de encontrar un lugar donde reunirse todos, porque se suman «muchos», añade la fuenlabreña. En la lista de 'Cosas para hacer estos días', planteaban recorrer las «rutas como la del pantano, visitar la Sierra Cebollera, bodegas y probar la gastronomía», agrega Carmen. Una planificación, eso sí, totalmente a merced de los caprichos de la meteorología.
Asimismo, José Luis García, de Teruel, y otras diez personas –huéspedes en la casa Entrebosques– localizaron en El Rasillo «un punto intermedio entre amigos de Bilbao, Madrid y Teruel». «Quedamos todos los puentes de mayo para juntarnos y la idea es disfrutar de la gastronomía, alguna bodega y hacer rutas, como la de las Cuevas de Ortigosa», argumenta.
Aunque muchas veces el motivo del viaje es conocer una zona nueva, también hay quienes repiten destino o ya tienen conocidos en la localización elegida. Es el caso de Pepe, Puri, Lucía y Víctor. Pepe, el cabeza de familia, visitó El Rasillo por primera vez a los catorce años porque, según recuerda, su tío tenía una casa en el pueblo y así empezó una 'tradición' de todos los veranos. «Después estuve una temporada larga sin venir», lamenta. Su vuelta al pueblo fue con su mujer, Puri. «A ella le gustaba venir incluso más que a mí, y en 2012 compramos un terreno para hacer realidad un proyecto que terminamos años más tarde», explica mientras apunta que «lo mejor es la tranquilidad y el silencio. Sólo se escuchan los pájaros y los perros. Y eso me gusta mucho». Una sensación que comparte su hija Lucía: «Yo vivo en Zaragoza con Víctor, mi pareja, y nos gusta venir cuando tenemos tiempo o días libres en el trabajo, porque aquí uno se relaja mucho y disfruta más que en la ciudad».
Más hacia el centro del pueblo, concretamente en el bar La Garlopa, se encontraba la familia Foó, que se han alojado estos días en El Jardín de María, otra casa rural, ubicada esta vez en la zona oeste del municipio, justo en el extremo contrario de El Olmo. También los Foó tienen familia en El Rasillo: «Venimos siempre que podemos. Me he criado aquí, viví hasta los catorce años y luego nos mudamos a Castellón», cuenta Ana Foó. En este caso, la quedada familiar, con miembros procedentes de Bilbao, Barcelona y Castellón, respondía a «pasar unos días juntos, disfrutando de la gastronomía y de la relajación». «Los primos venimos desde pequeños, ahora que algunos están estudiando fuera es la mejor manera de reencontrarnos todos», añade su hija Ana.
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