Lee Jae-myung gana las elecciones presidenciales de Corea del Sur

Lee, exabogado de 61 años, favorito desde que se convocaron los comicios, cumple con los pronósticos y se convertirá en el nuevo presidente del país. Se enfrentará al reto de cerrar la crisis política desatada en diciembre por la declaración de la ley marcial por parte del exmandatario Yoon Suk-yeol. El dirigente liberal ha prometido cumplir con sus deberes y las expectativas de la población. «Si se confirman los resultados, expreso mis respetos por la gran decisión tomada por el pueblo», ha expresado Lee ante una multitud de simpatizantes y equipos de prensa reunidos en frente su residencia en Incheon, al oeste de Seúl. «Es demasiado pronto para decir algo definitivo... Haré todo lo posible por cumplir con las grandes responsabilidades y mi vocación, para no defraudar las expectativas del pueblo. Gracias», ha manifestado antes de despedirse con una reverencia a los presentes.

El hasta ahora líder de la oposición era una figura controvertida por las imputaciones y casos judiciales abiertos en su contra, uno de ellos por violar la ley electoral en el pasado. Con todo, Lee ganó foco al salir a la calle en contra del despliegue militar que rodeó el Parlamento bajo las órdenes de Yoon. También había sido víctima de un intento de asesinato en enero de 2024, cuando fue apuñalado en el cuello durante una visita a la ciudad portuaria de Busan. Por este motivo hizo campaña sin quitarse su chaleco antibalas y pronunció sus discursos protegido por cristales blindados.

Comparado en el pasado con el senador estadounidense Bernie Sanders, en su última etapa había hecho gala de un perfil más centrista. Aun así, ha defendido la introducción de medidas medioambientales para combatir el cambio climático y la protección del Ministerio de Igualdad de Género. Asimismo, ha propuesto reducir su mandato a cuatro años, en vez de cinco.

«El pueblo soberano ha emitido un juicio sobre el régimen de guerra civil», ha celebrado el presidente del comité electoral del PD tras conocer los primeros sondeos a pie de urna, aunque pidió calma: «Dado que se trata de una encuesta no bajaremos la guardia hasta que los resultados sean definitivos». Sobre las razones de la victoria de su formación ha apuntado primero al voto «para juzgar al gobierno de Yoon Seok-yeol y a los rebeldes» y al «deseo de restaurar la economía colapsada que se había arruinado durante los tres años del Ejecutivo conservador».

Los colegios electorales cerraron a las 20.00 hora local (las 13.00 en la España peninsular). La participación fue masiva y batió récords con más de 34 millones de ciudadanos que acudieron a votar con la intención de pasar página de la grave crisis política desencadenada por las maniobras del entonces presidente Yoon.

La Comisión Nacional Electoral (NEC) ha informado en un comunicado que un 77,8% del censo había ejercido ya su derecho a voto tan solo de una hora de que terminase el horario de votación en las urnas dispuestas en los más de 14.000 centros electorales de todo el territorio. Así, más de 34,5 millones de surcoreanos habían depositado su voto, de un cuerpo electoral de 44,3 millones. Esta cifra es la más alta a estas alturas de la votación desde que existen registros para unos comicios presidenciales, aunque hay que esperar a que termine el recuento para confirmar que son las elecciones presidenciales surcoreanas con la mayor participación de la historia. Eso sí, ya es un 0,7% superior a la participación final en las últimas elecciones presidenciales, lo que deja a las claras la importancia que los votantes han dado a estos comicios.

El país asiático, que ha contado con cuatro presidentes en cuestión de meses, ha encontrado sustituto del mandatario del Partido del Poder Popular (PPP) destituido por su controvertida actuación que ahora juzgan los tribunales y que forzó la convocatoria electoral de este martes para elegir un nuevo jefe de Estado. Con la apuesta por el futuro nuevo presidente, Lee, del Partido Democrático (PD) los surcoreanos han querido poner fin a la dicotomía que suponía tener el Parlamento controlado por la oposición frente a una Presidencia en manos del signo político contrario. Enfrente se situaba el exministro de Trabajo Kim Mon-soo -formaba parte del Gabinete cuando Yoon declaró la ley marcial- y el dirigente conservador no ha podido levantar la losa que pesaba sobre su formación por la actuación del exmandatario, aunque ha mejorado los resultados que le daban las encuestas tras una remontada en las últimas semanas.

Calmar las aguas y restablecer la normalidad ha sido una de las grandes preocupaciones del electorado surcoreano, que teme una debilidad de Seúl en un panorama internacional con grandes desafíos. Precisamente estos han sido los principales temas de campaña: los aranceles de Donald Trump, las relaciones con China y Japón y la creciente tensión con Corea del Norte.

El futuro presidente de la cuarta economía de Asia se enfrentará a una crisis cada vez más grande, a una tasa de natalidad de las más bajas del mundo y al aumento del coste de vida. También deberá lidiar con la amenaza de un impredecible Kim Jong-un, con arsenal nuclear, y con la pugna abierta entre Washington, garante de su seguridad, y Pekín, su principal socio comercial.

Tras el torbellino político desatado por el expresidente Yoon Suk-yeol, que se convirtió en el segundo jefe de Estado en ser destituido del cargo y se enfrenta a cargos por insurrección y abuso de poder, estas elecciones presidenciales concentran toda la tensión devenida durante los últimos meses. Los surcoreanos han apostado por la estabilidad.