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Las alas que sacuden los cielos de las ciudades
J.A. Salazar

Aves urbanas

Las alas que sacuden los cielos de las ciudades

Las especies avícolas despiertan recelo por la suciedad y el ruido, pero son clave en los ecosistemas de las urbes

Nuria Alonso

Logroño

Sábado, 24 de mayo 2025

Palomas torcaces, estorninos y palomas comunes. En ese orden. Son las especies avícolas que más quebraderos de cabeza generan a las autoridades municipales por las molestias que generan, principalmente de suciedad y ruido. En palabras del concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Logroño, Jesús López, «las palomas torcaces provocan verdaderos problemas y, al estar protegidas, hay escasas opciones, además de caras y poco efectivas, para controlar la sobrepoblación».

Con ese obstáculo, los responsables medioambientales se ven maniatados para actuar con solvencia. «La normativa regional solo nos permite capturar sin muerte un máximo de 25 ejemplares de torcaces, retirar 50 huevos al año y apartar nidos sólo cuando se ubican encima de bancos o parques infantiles», detalla López, que agrega que en 2025 han ampliado las autorizaciones para retirar nidos, pero el asunto de la suciedad se cronifica: «Un excremento de la torcaz es tres o cuatro veces más grande que el de las comunes».

Tampoco la captura supone una solución ágil, porque son animales desconfiados que, a diferencia de las palomas comunes, no permiten que se les acerquen los humanos y ni con jaulas se las puede apresar. También se ha valorado introducir en la alimentación aditivos hormonales que impidan la fecundación de los huevos, pero se antoja, además de carísimo, un remedio que también afectaría a otras especies menos conflictivas. Para Jesús López, la única alternativa viable es contar de forma estable con una pareja de halcones, al igual que sucede en localidades vecinas como Burgos, con el fin de ahuyentar a estas aves y reducir su impacto en los centros urbanos.

AVES URBANAS EN LOGROÑO

Golondrina

Cigüeña

Hirundo rustica

Ciconia ciconia

Paloma

torcaz

Columba

palumbus

Gorrión

Passer

domesticus

Estornino

Sturnus

vulgaris

Columba livia

Paloma común

AVES URBANAS EN LOGROÑO

Gráfico: J.A. Salazar

Fuente: Elaboración propia

Cigüeña

Ciconia ciconia

Golondrina

Hirundo rustica

Paloma

torcaz

Columba

palumbus

Gorrión

Passer

domesticus

Estornino

Sturnus vulgaris

Paloma común

Columba livia

AVES URBANAS EN LOGROÑO

Gráfico: J.A. Salazar

Fuente: Elaboración propia

CIGÜEÑA

GOLONDRINA

Ciconia ciconia

Hirundo rustica

PALOMA TORCAZ

Columba palumbus

GORRIÓN

Passer domesticus

ESTORNINO

Sturnus vulgaris

PALOMA COMÚN O BRAVÍA

Columba livia

AVES URBANAS EN LOGROÑO

CIGÜEÑA

Ciconia ciconia

GOLONDRINA

Hirundo rustica

GORRIÓN

Passer domesticus

ESTORNINO

Sturnus vulgaris

PALOMA TORCAZ

Columba palumbus

Columba livia

PALOMA COMÚN O BRAVÍA

Gráfico: J.A. Salazar

Fuente: Elaboración propia

Por el momento, la empresa Larus gestiona el contrato de control de aves en Logroño, que supone un gasto de más de 82.000 euros en dos ejercicios. Así, entre otras atribuciones, Larus recorre los emplazamientos que las aves adoptan como dormideros para espantarlas y fomentar su traslado hacia zonas menos pobladas. En el caso de los estorninos, cuya presencia estacional durante los meses de invierno es masiva (con bancos de miles de individuos), se utilizan sonidos pregrabados de halcones y de palas y luces parpadeantes de alta intensidad en los puntos más afectados, como el parque del Carmen, San Adrián o la plaza de Los Tilos de la capital.

Las palomas comunes o bravías, más problemáticas en ejercicios anteriores, son la única especie de estas tres que no goza de protección especial, por lo que las medidas se centran en la captura sin muerte y la suelta controlada en zonas forestales. Hasta 1.720 ejemplares se prendieron el año pasado en Logroño.

Sobre otras especies, como las cigüeñas, los vencejos o los gorriones, la Concejalía de Medio Ambiente les resta incidencia, salvo algún episodio concreto en el que se solicita a la Administración autonómica la retirada de algún nido que, en el caso de algunas especies protegidas, como las golondrinas, debe acompañarse de la reubicación en otro lugar como medida compensatoria.

Visión biodiversa

Un punto de vista totalmente diferente al del concejal despliega el presidente de la Asociación de Ambientólogos de La Rioja (Adalar), David Ijalba, que rechaza el planteamiento municipal por «antropocentrista» porque, según señala, «es más fácil erradicar y eliminar lo que nos molesta que buscar soluciones en las que convivir y coexistir». Por eso, apuesta por «una visión biodiversa, enfocada en la convivencia, en ver la ciudad de Logroño como un ecosistema urbano, en el que tienen que vivir todas las especies de flora y fauna». Mantiene Ijalba que la ciudadanía carece de educación ambiental sobre las aves que pueblan los hábitats urbanos y qué «recursos ecosistémicos proporcionan estos animales». «No sólo hay tres o cuatro especies de aves, sino que en el inventario que elaboramos hace tres años detectamos hasta 183 sólo en Logroño», precisa Ijalba para redundar en la riqueza de la avifauna capitalina.

Es más, deberíamos, en su opinión, tender hacia el concepto de One Health, según el cual todo forma parte de la misma salud (una sola salud animal, ambiental y humana):«Tener ese tipo de animales dentro de la ciudad nos beneficia directamente, por ejemplo, en el control de plagas. Si yo tengo pájaros cerca, no voy a tener mosquitos, o no necesitaré tantos productos químicos en mi huerto, pero también repercutirá positivamente en nuestra salud mental, porque así lo demuestran las evidencias científicas». «Hay que intentar tener ciudades que sean más ecosistema y menos circuitos de Fórmula 1», razona Ijalba y sugiere que alcanzar esta realidad es posible a través de «modelos de gestión en los que los técnicos de medio ambiente y de patrimonio tengan unas pautas o trabajen multidisciplinarmente con biólogos o ambientólogos para actuar en rehabilitaciones de edificios o en la plantación de especies verdes, que beneficien a las personas y al mismo tiempo proporcionen alimentos para las aves».

Y ante algunas reticencias acerca de la función de las aves en el entorno urbano, Ijalba lanza una cuestión en tono de sorna:«¿Y para que sirve el Espartero en medio del Espolón? Pues lo mismo».

Un gorrión se alimenta de los restos de un plato en una terraza. L.R.

«Si no ves gorriones en tu ciudad, corre», advierte Ijalba

Si hay una especie que acompaña al ser humano en su discurrir histórico, desde que se empezó a acumular grano en Mesopotamia, es el gorrión. Pero su número está decreciendo preocupantemente con un descenso poblacional cercano a los 20 millones de individuos. Un auténtico problema porque los gorriones han de ser vistos como un bioindicador de la calidad ambiental de las ciudades. «Si han estado siempre con nosotros y ahora baja drásticamente su número en nuestras ciudades, quiere decir que igual no son el mejor sitio para vivir», remarca Ijalba, que indica que «les afecta directamente todo lo que es la ciudad como hábitat: la contaminación acústica, la atmosférica, la alimentación...». Por eso, «si tú un día te levantas y ves que en tu ciudad no hay gorriones, preocúpate y corre», alerta.

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