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Tan nerviosos como ilusionados. Por delante les quedan dos, cuatro y, en algunos casos, cinco años por delante. Han elegido la sanidad riojana para concluir su largo camino formativo, convencidos por la oferta docente del Servicio Riojano de Salud y, muchos de ellos, enamorados de una comunidad en la que no descartan echar raíces y construir aquí su hogar. Es el caso del neozelandés Charlz Petkov, quien este jueves se ha convertido en R1 de Medicina Intensiva, una especialidad que precisa de un lustro de formación
«Estoy muy contento de estar aquí en la Rioja, la verdad. Esta ciudad me enamoró haciendo el camino de Santiago y en vez de un día, que es lo estipulado, me tiré cuatro aquí. Así que nada, me dije, pues va a ser que este va a ser mi próximo destino», señalaba en el hall del salón de actos del Hospital San Pedro.
Natural de Nueva Zelanda y con ascendencia búlgara, Charlz no ha recorrido el camino habitual de los futuros médicos. «Estudié en el País Vasco, pero ya hace unos cuantos años y en vez de hacer la residencia, en mi caso opté por buscarme un poco mis castañas, un poquito de esto, otro poquito de aquello… Medicina rural, medicina general, urgencias... Y al final pues me dije 'ya toca especializarme'. Y aquí estoy seguro de que voy a aprender mucho en estos cinco años para llegar a ser un muy buen profesional en este área», aseveraba sonriente, para deshacerse en elogios hacia el servicio de Intensivos -«Es muy potente y estoy seguro de que me podré realizar muy bien para poder ayudar en el futuro en esos casos más extremos, más difíciles»- y hacia la región que ahora le acoge: «No se puede ir de nómada toda la vida, así que espero que La Rioja sea mi hogar, porque me ha enamorado, y echar raíces aquí».
Cecilia Jiménez Calvo nació en Zaragoza, pero ha vivido toda su vida en la Rioja. Se marchó fuera a estudiar, primero Fisioterapia, pero enseguida sintió una punzada especial. «Sentí en un momento que mi corazón era de Medicina e hice el MIR, que he vuelto a repetir este año porque en la primera ocasión hubo una situación un poco complicada con mi madre», explicaba otra de las R1 de Medicina Intensiva, junto a su compañero Charlz.
«Repetir el MIR ha supuesto mucho esfuerzo, mucho trabajo, muchas horas de estudiar y de no estar con las personas que quieres. Luego estos últimos meses han sido de mucha incertidumbre, de no saber si llegaré o no, de si me iba a dar, de si iba a poder volver a casa o irme a 1.000 kilómetros… Pero ha salido todo bien y estoy feliz y con muchas ganas de compartir estos años con muchas personas que también se convertirán en parte de mi familia», explicaba Cecilia con la ilusión del ansiado retorno a casa: «Mi corazón siempre ha estado en la Rioja y no he encontrado un lugar mejor que este», ha destacado, para alabar «la atención más personalizada y más familiar» que espera en sus próximos cinco años de formación. «Tenemos personas que nos conocen por nuestro nombre y saben quiénes somos, no nos tratan como un R1, sino como Cecilia, como Charlz, para mí eso me ha inclinado a elegir La Rioja y a elegir el Hospital San Pedro», concluía.
Claudia García Martínez es una de las 25 residente de primer año en Medicina Familiar y Comunitaria que se han incorporado este jueves a la sanidad riojana. «Estoy muy contenta de estar aquí. Yo soy de Logroño y quería volver a mi tierra, pero sobre todo he elegido volver aquí para ser médico de Familia porque a mí me apasiona la especialidad. Desde el principio, cuando comencé la carrera, me encantó y uno de los puntos fuertes de la sanidad riojana es la medicina rural, algo que me interesa mucho y sé que que aquí voy a disfrutar de ello y voy a aprender mucho», defendía, para asegurar que «Medicina de Familia nos permite ver al paciente desde muchos puntos, no solo desde una enfermedad en concreto y eso es algo que a mí me interesa. Poder ayudar a nuestros pacientes no solo en alguna enfermedad en concreto, sino en varios aspectos de su vida, que es al final la base de nuestro sistema sanitario».
El camino no ha sido sencillo. «La preparación del MIR fue dura porque eran muchas horas al día en las que teníamos que estar estudiando y con esa incertidumbre de no saber si lo vas a conseguir o no, pero lo peor han sido estos últimos meses de espera. Pero hoy estoy feliz, porque estoy en mi tierra y en la especialidad que quería, Medicina Familiar y Comunitaria, que la he elegido desde el corazón», aseguraba orgullosa para añadir un último deseo: «Tenemos que trabajar para tener una buena Medicina de Familia y hacerla fuerte».
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