
Secciones
Servicios
Destacamos
Donald Trump está decidido a vender o regalar el lujoso Tesla S que está aparcado delante de la Casa Blanca como obsequio de Elon Musk. ... El empresario le dio las llaves tras el acto propagandístico de la marca que el binomio político más inaudito de la historia estadounidense celebró el 30 de marzo ante los medios delante de la residencia presidencial. Tan estridente como aquella muestra de afecto fraterno-comercial ha sido ahora el divorcio de la extraña pareja. Todavía sigue muy vivo su brutal intercambio de mensajes del jueves, que ha movido a la élite económica estadounidense a intentar separar a los dos púgiles.
Financieros y grandes inversores invitaron al presidente y el dueño de X a evitar espectáculos vergonzosos que incluso sirven de regocijo en Rusia. La broma en Moscú este viernes consistía en comparar el enfado entre Trump y Musk con la enemistad que en su día saltó entre Vladímir Putin y su gran amigo el jefe mercenario Yevgeny Prigozhin, fallecido unos días después en una misteriosa explosión de su avión. El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitry Medvedev, se ofreció a negociar un «acuerdo de paz» entre Trump y su exasesor y otros políticos ofrecieron asilo al CEO de Space X.
Algunos analistas internos de la Casa Blanca sostienen que a ambos no les queda otro remedio que tragarse los sapos públicos y encauzar la épica separación para salvar sus propios muebles y no perjudicar la estabilidad del país ni su imagen internacional ni, mucho menos, la economía. Bill Ackman, conocido magnate de los fondos de inversión, advirtió que «deberían hacer las paces por el bien de nuestro gran país». Y Musk respondió; «No te equivocas».
Fascinados por el descenso al barro del inquilino de la Casa Blanca y el hombre más rico del planeta, todos prestaban este viernes atención a sus redes sociales. Pero no sucedió otro episodio de lucha libre verbal. Trump anunció que dedicaría el día a participar en un acto de la Marina, luego firmaría nuevos decretos y al anochecer partiría hacia su club de golf. Musk felicitó a una de sus factorías en Berlín por llegar a los ocho millones de coches fabricados.
Solo el presidente hizo una mención ante los periodistas al acusar a su antiguo delfín de «haber perdido la cabeza» y afirmar que se le han pasado las ganas de conversar con él por teléfono para arreglar la situación. En la Casa Blanca, mientras tanto, el gabinete intentó remediar como pudo la bochornosa bronca. La portavoz, Karole Leavitt, aprovechó el dato de que en mayo se crearon 130.000 «buenos empleos, todos ellos ocupados por trabajadores nacidos en Estados Unidos», para instar a los ciudadanos a «seguir confiando» en Trump.
La mayoría de los republicanos respalda al presidente, salvo excepciones como el veterano miembro de la Cámara de Representantes Thomas Massie, un experto en materia fiscal disconforme con el proyecto de ley de impuestos impulsado por Trump. Massie dijo que la disputa le había «alegrado el día. Les dije a mis colegas que, si me atropellaban y tenían que pronunciar mi elogio fúnebre, dijeran: 'Estaba teniendo el mejor día de su vida'», manifestó con humor. El vicepresidente, JD Vance, cerró filas y mostró su «orgullo por estar al lado» de su jefe, de quien señaló que es «mentira que tenga un carácter impulsivo o irascible». Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, también expreso su lealtad al presidente, aunque se mostró partidario de que «las disputas políticas no fueran personales».
Donald Trump y Elon Musk se hicieron muy amigos durante el verano de 2024 en plena campaña electoral a las presidenciales estadounidenses. El dueño de X, proclive a obsesionarse con nuevos proyectos, vio en el candidato republicano la oportunidad de debutar en la Administración y la alta política de Washington, materializar sus particulares ideas de cómo sacar adelante al país (DOGE) y, de paso, obtener réditos para su emporio empresarial. Trump casi le adoptó como a un hijo. Se lo llevó a su mansión de Mar-a-Lago (Florida), por las noches le recibía a la hora de la cena a los sones de 'Space Oddity', y lo convirtió en su delfín de Estado.
Donald Trump
Presidente de EE UU
Marjorie Taylor Greene
Congresista republicana
Que dos de los egos más grandes del planeta terminasen colisionando era cuestión de tiempo. De poco tiempo, como se ha podido comprobar. Desde que se convirtieron en pareja de éxito durante la campaña electoral hasta su ruptura han pasado algo más de nueve meses. Pero ha sido irse a vivir juntos a la misma casa, la Casa Blanca, lo que ha dinamitado la relación. Llámese proyecto de ley fiscal o una acumulación de agravios mutuos. En esas escasas 18 semanas de convivencia en Washington, sus particulares visiones sobre los aranceles, la deuda fiscal y, en general, lo que es bueno o malo para Estados Unidos han incendiado una dinámica llamada a la gloria y roto un binomio político difícil de separar sin daños.
Algunos analistas internos de la Casa Blanca sostienen que a Elon Musk y Donald Trump no les queda otro remedio que tragarse los sapos públicos y encauzar la épica separación para salvar sus propios muebles y no perjudicar la estabilidad del país ni su economía. Un puñado de grandes ejecutivos y financieros de EE UU se lo han hecho saber ya: Bill Ackman, magnate de los fondos de inversión, ha advertido que los dos «deberían hacer las paces por el bien de nuestro gran país». Y Musk ha respondido; «No te equivocas».
¿Qué pierde Musk en este divorcio?
Como a muchos artistas y multimillonarios, la separación le puede costar una fortuna. Cuando las cosas se hacen mal, el desenlace nunca es bueno. Tiene más dinero que su rival, pero Trump es una furia de la naturaleza. Le ha amenazado con rescindir todos contratos gubernamentales firmados con su conglomerado empresarial por valor superior a 15.000 millones de euros. Es evidente que al dueño de Space X no le falta liquidez, pero tampoco le gusta que le escatimen su cuenta corriente. Tesla, su símbolo, ha caído en Bolsa, es objeto de protestas callejeras debido a la agresiva política de recortes de Musk y la legislación venidera de Washington pasa por suavizar las exigencias sobre el uso de combustibles fósiles y las emisiones de los coches. Nunca mejor dicho, la ruptura le puede dejar al empresario tecnológico sin 'enchufe'.
Además, Musk necesita el favor del Gobierno federal para poder impulsar mediante una ley general su programa de vehículos autónomos (sin conductor), cuya regulación se halla ahora en manos de cada Estado. Quiere estrenar a finales de junio el primer servicio de taxi autónomo en Austin para luego continuar por el resto del país, pero si debe convencer uno a uno a cada Gobierno estatal y esperar a que aprueben sus respectivas legislaciones, el proyecto puede eternizarse.
El accionariado de Tesla es muy sensible a las rupturas con la alta esfera de poder y solo la broca con Trump ha costado 150.000 millones de euros y una bajada del 14% en bolsa a la compañía El principal problema de este descenso, con todo, no es coyuntural, sino a largo plazo. Los ingresos de Tesla son los que impulsan las investigaciones de la corporación en robótica. Sin eso, el sueño de Musk de ver las carreteras llenas de automóviles sin conductor se tambalea, al igual que la promesa de transformar Tesla en el gran imperio de la alta tecnología..
Al archimillonario todo esto le pilla en medio de ciertas contradicciones internas. Ya no es el optimista que iba a revolucionar la política a base de talonario. Ahora piensa que ha malgastado 275 millones en apoyar a Trump. Y que éste le ha traicionado, primero sacándole de la Casa Blanca, y desde ahora con la amenaza de suspender sus contratos con la Administración.
Esta ruptura pone en la picota a Space X. La agencia aeroespacial transporta astronautas y materiales hacia y desde la estación orbital internacional. –de hecho, en 2022 firmó cinco contratos de vuelos tripulados todavía vigentes–, colabora con el Departamento de Defensa y desarrolla investigaciones sobre exploración estelar y construccción de nuevos cohetes para el Gobierno. Si el presidente rescinde todos estos compromisos, vaciará de contenido gran parte de Space X.
Musk puede contraatacar con algunas balas en la recámara. Su retirada de la carrera espacial y de los satélites de vigilancia haría retroceder muchos años los programas de la NASA, infligiría un daño notable al aparato de espionaje estadounidense e incluso dejaría al presidente huérfano de la tecnología láser para su proyectado gran escudo antimisiles. Solo la amenaza que este miércoles dejó caer Musk de desmantelar 'Dragon', la nave que traslada astronautas y mercancías, ha llevado a un desaforado Stephen K. Bannon, aliado tradicional del republicano, a pedir al Gobierno que «tome posesión mediante una orden ejecutiva» de Space X e investigue al archimillonario con vistas a acusarle de ser un inmigrante ilegal (por su origen sudafricano) o cualquier delito posible, incluso el de la adicción a las drogas. Hasta ahí llega el delirio.
¿Qué más puede perder Trump con esta separación?
Lo primero: se gana un enemigo que, además, es el tipo con más dinero en el mundo. Y eso resultaría inquietante para cualquiera. Quizá no tanto para el mandatario, pero sí para su partido. Lo segundo: el presidente ha fiado una enorme dosis de su imagen pública como líder extraordinario y de su poder sobre el Partido Republicano a la alianza con Elon Musk. Una vez rota la coalición, corre el riesgo de mostrarse como el jefe de un proyecto de gobierno en proceso de desintegración, e incluso hasta cierto punto banal sin el aura de la oligarquía tecnológica.
El archimillonario dejó el miércoles varios mensajes para su actual rival. Señaló que podría ser el momento adecuado para un 'impeachment' contra el mandatario, insinuó la posibilidad de formar un partido político –una idea que ronda en su cabeza desde antes de pisar la Casa Blanca por primera vez– y asoció a Trump con el difunto magnate y depredador sexual Jeffrey Epstein en un inaudito mensaje que puede entenderse como remover el fango: aunque nunca haya habido pruebas de que el republicano estuvo ni siquiera cerca de las redes del monstruo pederasta, la sola insinuación puede poner en marcha peticiones de investigación y todo tipo de fantasías conspiranoicas como sucede, en el extremo opuesto, con las que difunde el movimiento MAGA.
Trump confía en que la polémica se extinga por sí misma como le ha pasado con sus escándalos judiciales y arrebatos verbales pasados. Cuenta con el apoyo mayoritario de los republicanos –este viernes ha habido una cascada de declaraciones en ese sentido–, pero aún así hay dos cosas que tiene Musk y que a él le gustaría poseer: la influencia del dueño de X en las redes sociales, donde supera los 22,5 millones de seguidores, y sus fondos políticos.
El propietario de Tesla ha prometido donar 100 millones de dólares para que los republicanos ganen las elecciones intermedias de 2026. Y ahora muchos piensan que los utilizará para promover a los conservadores críticos con Trump, o incluso para motivar a los más arrojados de cara a prepararse como candidatos de cara a las primarias de 2028.
Durante la todavía viva polémica por el proyecto de ley fiscal, Musk ha recibido el apoyo público de tres republicanos de la Cámara de Representantes: Thomas Massie (Kentucky), Warren Davidson (Ohio) y David Schweikert (Arizona). Los tres, recuerda 'The Wall Street Journal', quieren que el polémico paquete de medidas se reformule ante el riesgo de que dispare el déficit estadounidense a límites insostenibles. Ya circulan rumores de que el ejecutivo tecnológico podría animar a más republicanos a votar contra este controvertido proyecto, que Trump quiere firmar el 4 de julio y convertir en símbolo de su mandato, con el fin de empezar a segar la hierba bajo sus pies.
¿Y qué piensa Rusia mientras tanto? Allí parece disfrutarse mucho con esta ruptura. Dicen que es como cuando Vladímir Putin y el exjefe mercenario Yevgeny Prigozhin se enemistaron. Aunque nadie espera que acabe igual.
Donald Trump gana las elecciones y Elon Musk hace su primera incursión en su Administración al incorporarse como asesor económico. En junio de 2017 se marcha, disconforme con la salida de EE UU de los Acuerdos de París sobre el clima.
Un francotirador intenta asesinar al candidato republicano en un mitin. El CEO de Space X se convierte a partir de ahí en su entusiasta ayudante. Dona más de 240 millones a la campaña de Trump e inaugura una red de oficinas electorales.
Todo el mundo cree que Musk quiere convertirse en una estrella de la política. Convence a Trump de la necesidad de crear el Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Trump gana las elecciones. Musk, a su lado, es confirmado como el zar principal del gabinete. Los dos se confiesan como «los mejores amigos». El empresario dirá en un tuit que «ama» al presidente como solo un «heterosexual puede amar a otro hombre».
La investidura. Los máximos responsables de X, Amazon, Meta, Apple o Google figuran entre los invitados.
Musk posa con su hijo menor en el Despacho Oval. Se convierte en inquilino fijo de la mansión de Mar-a-Lago como un miembro más del clan.
Musk es informado en el Pentágono de los planes de EE UU en caso de guerra con China. Trump se disgusta profundamente con él por hacerse con información ultrasecreta.
Graves tensiones con el asesor económico Pete Navarro y el secretario de Estado, Marco Rubio. Musk pierde. Hay malestar en el gabinete y muchos republicanos le consideran «petulante» y un riesgo.
Hastiado, Musk anuncia oficialmente su salida del Ejecutivo tras varios avisos previos. Cree que le han recortado competencias, le inquietan sus negocios, cada vez está más distanciado de Trump y le molesta que haya elaborado un plan fiscal que puede poner en jaque a sus empresas.
Despedida. Cumplidos en el Despacho Oval.
Musk califica el proyecto de ley fiscal de Trump de «abominación repugnante».
Se desata el caos. Brutal bronca en las redes.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
«De repente, no sientes nada y no puedes moverte»
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.