Vuelta a los orígenes del Kaya en Haro

El bar Kaya de la Herradura de Haro ha vuelto a abrir sus puertas este fin de semana después de un tiempo cerrado. Se trata de uno de los establecimientos más queridos por los jarreros por su estratégica ubicación, ya que está situado en la plaza de San Martín, en el centro de la tradicional zona de pinchos jarrera.

Al rescate del local, después de varias semanas cerrado, llegó José Nicolás Santamaría, natural de Fonzaleche, que decidió apostar por el establecimiento e impulsar su actividad nocturna y su barra. «He vivido muchos años en Logroño, y quería traer lo que hacen en la calle Laurel: tener solo un buen pincho, que aquí será un bocatita de oreja guisada».

Se trata de un bar que cuenta desde su inicio con licencia de apertura hasta las cuatro de la mañana viernes y sábado, algo que seducía al hostelero. Además, abren entre semana hasta las 15.00, excepto los martes por descanso semanal.

José Nicolás trabajaba en una bodega, pero reconoce que siempre le han gustado los bares. «De hecho, a pesar de trabajar en la bodega, los fines de semana servía en un restaurante en Labastida y entre semana por las tardes, en un bar de Miranda. Me gusta mucho la hostelería», señalaba.

«Pero cuando quedó libre el Kaya pensé: es ahora o nunca. Es más, hace dos años, cuando lo cogió el anterior propietario, llamé a preguntar por él y justo acababan de alquilarlo», explicó.

El principal motivo que le ha impulsado a apostar por él es su horario nocturno. «Creo que la Herradura es una parte muy importante de Haro, pero necesita un impulso. Se abre pocos días a la semana y viene menos gente y me gustaría recuperar el ambiente de antes».

Precisamente, su intención es la de volver a los orígenes del establecimiento. «El bar Kaya empezó hace años siendo solo un bar de copas. Cuando la noche bajó, se transformó en copas y día. Pero poco a poco se fue convirtiendo en un bar solo de día».

Ahora su intención es impulsarlo de día con su especialidad del bocatita de oreja y, posteriormente, convertir el establecimiento en un lugar intermedio entre el día y los locales nocturnos del entorno.

«Serán muchas horas, más de lo que pensaba, pero trabajando mucho saldremos del paso. La gente, si ve que curras, lo valora –aseguró–. Además estoy muy bien acompañado por mi amigo Guillermo, mi mano derecha, y nuestro cocinero Bruno. Entre los tres lo vamos a llevar. Pero también hay mucha gente implicada que me está echando una mano», agradeció.