Una nueva zona verde deprimida, solución para el barranco de Oyón

El proyecto del barranco de Oyón, ahora sí, parece contar con la solución definitiva. Una nueva zona verde deprimida de bajada paralela a la N-111a, una nueva conducción bajo la conocida como carretera vieja de Viana, y una ampliación del cauce existente junto al cementerio descendiendo hasta la desembocadura del Ebro son los retoques introducidos después de que la CHE instase a modificar el planteamiento anterior.

La nueva adaptación del oficialmente «proyecto de renaturalización e integración hidrológica y ambiental del barranco de Oyón», basada en la asistencia técnica contratada con la empresa Nolter Ingeniería y Medio Ambiente por una cantidad de 18.727,88 euros (IVA incluido), ya ha sido presentada ante la Confederación Hidrográfica del Ebro, en una pasada reunión entre el alcalde de Logroño y el presidente del organismo de cuenca.

Recordar que el barranco de Oyón o de Yécora, que de las dos formas se llama, finaliza abruptamente en el plan parcial del Campillo para luego ir por su cauce natural hasta el Ebro a la altura del Pozo Cubillas. Antes, claro, atraviesa el Camino de Santiago, la carretera de Mendavia y la carretera vieja de Viana.

Así, de entrada, lo que finalmente será licitado sustituye la balsa contemplada en su día, apostando por una zona deprimida a la que en una segunda fase se le podrá aplicar un tratamiento de parque que, dejando de lado los episodios puntuales de lluvias extraordinarias, posibilite su utilización como zona de esparcimiento público –con muros de contención y motas en la parte baja, justo donde Logroño empieza a ser ciudad a puertas de El Campillo, concretamente en la parte final este de la avenida de la Sonsierra–.

La actuación, en cualquier caso y no conviene olvidarlo, pretende reducir el riesgo de inundación en este barranco, concretamente en el tramo que afecta al barrio de El Campillo, a la par que se recupera el cauce natural del agua; y las previsiones pasan por licitar este mismo año a fin de poder comenzar las obras, que requerirán «importantes movimientos de tierra», sin más demora.

Así lo concreta el concejal delegado del ramo, Jesús López, quien avanza el inicio de los trámites necesarios para las expropiaciones del terreno que se necesitará para construir la franja verde deprimida rectangular –de unos 160 por 50 metros–. Y es que en ese tramo del barranco, paralelo a los primeros metros de la mencionada N-111a hasta la rotonda de acceso a la ciudad que domina el conjunto, el suelo es de propiedad privada.

Ya bajo la carretera vieja de Viana la propuesta es la construcción de una nueva conducción, paso o estructura mediante «marcos de sección rectangular de hormigón armado de 8 metros de ancho por tres de alto –con una longitud total de hasta 22 metros– que vendrá a sustituir el sistema de evacuación actual, de unos insuficientes tres por dos metros que data de la propia urbanización de El Campillo (lastrada además por un quiebro de casi 90 grados). Tal canalización bajo la rotonda, eso sí, se conservará y mantendrá su recorrido y funcionamiento cuando el volumen de agua que baje sea el habitual.

A partir de ahí, y al norte de la actual glorieta, partirá el nuevo cauce previsto para las aguas altas hasta la desembocadura del Ebro. Un canal en tierras de sección trapezoidal abierto –de 14 por cuatro metros– hasta el río que, de la misma manera, tratará de aprovechar sus posibilidades y ser coronado por un camino ciclopeatonal que comunique El Campillo con el Pozo Cubillas. El paso bajo el Camino de Santiago junto al cementerio municipal, por cierto, se resolverá con dos nuevos pontones, «dos prismas en hormigón armado de 3,5 por 2,5 metros», además de mantener el pontón actual.

El proyecto, una vez ejecutado, hará que la CHE actualice su mapa de zonas inundables con todo lo que supondrá para esa área de Logroño, por lo que el Ayuntamiento considera clave la actuación –se trata de prevenir inundaciones y que, mientras no haya avenidas, los terrenos afectados puedan servir como espacios naturales–.

Para ello, eso sí, se estima una inversión de 1,2 millones de euros en la primera fase y entre 300.000 y 400.000 euros para la segunda, precisamente la intervención paisajística que vendría a completar la hidrológica como tal. «Y hay que hacerlo, sí; ya toca, ya toca...», resume al respecto el propio alcalde capitalino, Conrado Escobar.

Un presupuesto que, en principio, será municipal... empezando por la obra civil, que es la que urge. Y es que si la intención de actuar en esta zona viene de lejos, lo mismo sucede con los intentos por conseguir financiación externa para hacerlo.

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