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Azucarera ha anunciado este martes el proceso de reestructuración que va a suponer el cese de la molturación en Miranda y La Bañeza y la concentración de este proceso en las instalaciones de Toro (Zamora). La clausura de esta línea (en Miranda se mantendrá la refinería) supone un duro golpe para los productores de La Rioja Alta, que contaban con la planta de la localidad burgalesa como punto de referencia.
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«La decisión de concentrar toda la molturación en un único centro es la única manera de garantizar nuestra sostenibilidad y el futuro de la empresa. La hemos tomado tras un profundo análisis de todos los escenarios posibles», ha explicado el consejero delegado de la compañía, Juan Luis Rivero, a través de una nota de prensa. Para justificar esta decisión Rivero ha argumentado los altos costes «de mantener tres fábricas operativas», «la volatilidad del precio del azúcar» y «la caída de la producción de remolacha debido a la prohibición del uso de sustancias activas».
La pasada semana, Azucarera (que pertenece a la multinacional británica Associated British Foods, propietaria también de la conocida marca de ropa Primark) anunció un ERE en España que se sustancia en la salida de 251 personas «de todos los centros productivos de la compañía, incluidas las oficinas de Madrid y Barcelona».
La empresa alega que «la molturación de toda la remolacha del norte en Toro permitirá reducir costes de estructura». Sin embargo, ese objetivo supone prácticamente la ruina de los productores riojanos, que en los últimos años habían vuelto a apostar por este cultivo tras la crisis de precios de hace apenas un lustro.
Si hace 20 años en La Rioja se cultivaban más de 1.600 hectáreas de remolacha azucarera, la superficie ha ido fluctuando siempre con tendencia a la baja. Desde 2018 se produjo una caída brutal debido a la bajada de precios y al incumplimiento del Acuerdo Marco Interprofesional. Así, en 2021 solo se cosechaban 485 hectáreas, aunque en las campañas de 2022 y 2023 su producción había remontado hasta las 830, mientras que en 2024 se estimaron en 950. Pero 2025 ya venía torcido.
«Se redujo el precio un 40% y ahora habrá sembradas unas 460 hectáreas en La Rioja», señala José Ignacio García, responsable de remolacha de UAGR. «La incertidumbre es total. Este año se va a pagar a 35 euros la tonelada y el transporte lo tendrá que hacer la empresa. Pero a partir de ahora, no les saldrá a cuenta, como ya hicieron con la producción de Navarra o de Huesca, que también iba a Miranda. Llevar la remolacha de La Rioja hasta Toro supondría entre 20 y 23 euros. No es rentable», reseña García.
Igor Fonseca, secretario general de ARAG-Asaja, considera la decisión «una mala noticia» que, además, llega sin aviso previo a los agricultores. Este mismo martes por la tarde, la empresa ha puesto en circulación un tríptico «en el que explican que no va a cambiar nada, que se molturará en Toro y que la empresa pagará los portes». «Pero habrá que ver las condiciones de los contratos. Y, sobre todo, dependerá del precio internacional del azúcar. Si está caro, fomentarán su cultivo; pero si no, nada», analiza. «Esa incertidumbre es muy mala para el agricultor, que necesita seguridad», añade.
Con la decisión de Azucarera, el futuro para los productores riojalteños se torna todavía más oscuro en un momento ya de por sí muy complicado para el agro.
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