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Muchos ya piensan en Francia en las elecciones presidenciales de 2027 y eso que aún faltan dos años. Esos comicios se celebrarán en medio de ... la crisis de la política gala, marcada tanto por la inestabilidad -hasta cuatro responsables del Gobierno en 2024- como la desafección de la ciudadanía hacia sus representantes. En este contexto no se puede descartar la irrupción de candidatos sorpresa más allá de los tres bloques (izquierda, centro-derecha macronista y derecha radical) en que se divide el actual paisaje político en el país vecino.
Pocos hubieran apostado hace dos años por uno de los políticos de moda en estos momentos al otro lado de los Pirineos: el conservador y gaullista Dominique de Villepin. Tras una década desaparecido de la primera línea, el primer ministro entre 2005 y 2007 ha protagonizado una inesperada resurrección mediática desde el estallido de la guerra de Gaza, en el otoño de 2023. El interés que suscita este diplomático de carrera, de 71 años y que pasó su infancia en Venezuela, se ha beneficiado de sus críticas contundentes contra el Gobierno de Benjamín Netanyahu, así como de sus advertencias sobre el presidente estadounidense, Donald Trump.
De Villepin ya se hizo mundialmente famoso hace dos décadas con su discurso contra la invasión de Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ese emblemático momento inspiró un cómic y una película ('Crónicas diplomáticas', de Bertrand Tavernier). Y el actual contexto internacional resulta propicio para sus posiciones críticas respecto al «neoimperalismo estadounidense». «Solemos fijarnos en el lado transaccional de Trump, pero en realidad tiene otro objetivo que consiste en cambiar la naturaleza de Occidente y hacerlo evolucionar (…) hacia una democracia iliberal», advertía en una entrevista para la revista 'Marianne'.
«Hay una batalla que tenemos que dar y hay pocos que puedan hacerlo», añadía De Villepin en declaraciones al diario digital estadounidense 'Político'. Ha defendido que su hiperactividad mediática e interés por las redes sociales -su equipo ha creado una cuenta de Instagram y una newsletter- se debe a la actual coyuntura marcada por la guerra comercial de Trump y el acercamiento entre Washington y Moscú. A pesar de haber dejado la actividad institucional en 2007, cuando llegó al Elíseo su rival Nicolas Sarkozy, ahora goza de una segunda juventud. Hasta el punto de que se ha convertido en el político menos impopular en Francia.
Dominique de Villepin
Primer ministro de Francia entre 2005 y 2007
Según un sondeo reciente del instituto Cluster 17, un 38% de los franceses dice tener una buena opinión sobre este dirigente gaullista y vinculado al centro-derecha de Jacques Chirac, que fue el jefe del Estado galo entre 1995 y 2007. Ese estudio, publicado en la revista 'Le Point', lo ubica por delante del ex primer ministro Édouard Philippe -ya ha anunciado su candidatura para 2027-, del actual titular del Interior, Bruno Retailleau, y de la ultraderechista Marine Le Pen, inhabilitada hasta 2030 y cuyas opciones para presentarse dependerán del juicio en segunda instancia.
La moda en torno a la figura del carismático ministro de Exteriores entre 2002 y 2004 alimenta los rumores sobre su candidatura en la próxima carrera hacia el Elíseo. «Haría falta que muchos otros dirigentes fallen para que mi combate se vuelva imperativo y necesario. Mi primera preocupación es cicatrizar una República marcada por la desconfianza», afirmaba en las páginas de 'Marianne', dejando entreabierta la puerta a una aventura de ese estilo.
Este antiguo primer ministro es visto en Francia como «uno de los sabios de la política internacional», explica el historiador Jean Garrigues, presidente de la Comisión Internacional de Historia de las Asambleas, en declaraciones a este medio. Además, se trata de un dirigente que compagina propuestas económicas liberales con «una visión sobre las guerras de Gaza y Ucrania parecida a la de la Francia Insumisa (afín a Sumar o Podemos)», recuerda este experto.
Aunque esta heterogeneidad ideológica recuerda a lo que encarnó Macron en 2017, Garrigues ve escasas opciones a una posible candidatura de Villepin. Eso se debe, según este analista, «a los pocos apoyos con los que cuenta en el partido de Los Republicanos», bastante más derechizado ahora que en los tiempos de Chirac. Y también a la dificultad de crearse un espacio electoral propio. «El hecho de que haya este interés por una figura del pasado refleja en realidad la desconfianza de los franceses hacia su clase política actual», concluye este historiador.
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