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Isabel álvarez
Jueves, 15 de mayo 2025, 07:13
Ni programador ni instagramer ni tampoco financiero. Ignacio Rodanés tenía muy claro que en el campo encontraría una profesión. Algo ya muy poco habitual incluso ... en Calahorra, un municipio tradicionalmente agrícola y con una de las mejores huertas del país. En 2017, recién terminado un Grado Superior de Agricultura y Ganadería, Ignacio dio el paso de hacerse agricultor con cultivos de Calahorra de «toda la vida». «Quería ver si era capaz de llevar mi propia explotación y vivir de ello en lugar de irme a trabajar a cualquier empresa del sector», dice este joven de 28 años, que produce en exterior y en invernadero junto a la ribera del Ebro.
«Empezamos con lo típico de aquí, con coliflor, romanescu, alcachofas, pochas, tomates, pimientos...», explica. Ignacio habla en plural porque al poco tiempo de comenzar se unió a la explotación su pareja, Elena del Río, también de 28 años. Ella había estudiado hípica en Navarra, pero al comprobar que sus opciones profesionales en la zona eran prácticamente nulas, «quise probar en el campo». «Estaba sin trabajar, así que un día me puse a coger coliflores con él y vi que me gustaba. Entonces me planteé entrar yo también», cuenta.
Y así, con «lo justo» para poder empezar («un tractorcito frutero y algo de tierra», dice Ignacio), comenzó esta pareja a trabajar en el agro hace 8 años. «El mayor problema al principio es la falta de conocimientos», sostiene Ignacio. La experiencia, sin embargo, fue poniendo todo en su sitio. «Ahora, después de estos años, ya tienes una organización para hacerte tu calendario anual y ver cómo puedes empalmar unos cultivos con otros», añade. «Aun así, cada año te sorprende un cultivo. O viene una granizada o una ola de calor y tienes que decir adiós a todo el trabajo», interviene Elena. De hecho, su explotación fue una de las afectadas por la crecida extraordinaria del Ebro de 2021. «Todo esto se llenó de agua», recuerda la joven. «Pero es que lo que el Ebro te da, el Ebro te quita», razona Ignacio.
Para empezar con la explotación él se acogió a las subvenciones para jóvenes agricultores, aunque confiesa que «justo vino la subida de precios, de combustibles, de abono... y solo nos sirvió para aguantar». Surge entonces en la conversación uno de los retos que debe afrontar la agricultura, como es el poco margen de ganancia. «Si hay rentabilidad la gente se anima, como en el año 2000 cuando todo el mundo se quedaba con la viña de un familiar o hacían una explotación», ejemplifica Ignacio. Pero a pesar de las dificultades, ambos han encontrado en el campo una manera de vivir que les llena tanto como el tiempo que demandan sus cultivos. Aunque «sí que nos gustaría ver a más gente joven trabajando en el campo», afirma Elena.
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